domingo, abril 15, 2012

LA DEMOCRACIA ATENIENSE (VIDEO)



LA DEMOCRACACIA ATENIENSE     
La palabra democracia es de origen griego y significa gobierno del pueblo (gobierno de los demos que podemos entender como barrios o pequeñas regiones en que se dividía la polis). El primer rasgo que descubrimos en toda democracia es precisamente éste: el pueblo es quien gobierna su estado o ciudad.
     La democracia parte pues de la idea básica de que el pueblo es responsable y está capacitado para autogobernarse. El miedo al pueblo o el menosprecio de su valía es antidemocrático.
     En el año 508 a. C., Clístenes estableció la primera democracia que se conoce en la historia: la democracia ateniense. Pero fue un poco más tarde cuando esta democracia alcanzó su esplendor. Desde el año 461 hasta el 429 Pericles dominó soberanamente la política ateniense. Este periodo de más de 30 años representa el punto culminante de la democracia y del esplendor artístico y cultural de Atenas. En este ámbito surgen Sócrates, los sofistas y, posteriormente, Platón y Aristóteles. 


     En la democracia ateniense el ciudadano tenía derecho, e incluso el deber, de asistir a la Asamblea, hablar y ser oído por sus conciudadanos pudiendo influir así en las leyes de su ciudad.
La Asamblea se reunía una vez por semana y tenía poder absoluto: podía condenar a cualquiera a muerte o al ostracismo (que era el exilio por 10 años), podía revocar las leyes existentes y promulgar otras nuevas, podía declarar la guerra o firmar la paz, establecer impuestos, concertar alianzas, decidir sobre obras públicas, el servicio militar o el culto a los dioses. En la Asamblea siempre triunfaba la opinión respaldada mayoritariamente.
     En las democracias modernas los ciudadanos eligen a sus representantes políticos a través de unas elecciones periódicas. Son los representantes los que pueden debatir sobre las leyes e influir directamente sobre las decisiones políticas. Los ciudadanos modernos tienen derecho a votar, pero no pueden influir directamente sobre las leyes. Por eso las democracias modernas son democracias indirectas o representativas.
Sin embargo en la antigua Atenas los ciudadanos podían debatir en la Asamblea representándose a sí mismos y, por tanto, tenían un poder directo sobre las leyes y las decisiones políticas. Por eso decimos que la democracia ateniense era una democracia directa o asamblearia.
     Además de la Asamblea, el Estado ateniense tenía una serie de órganos y cargos especializados como la Bulé o Consejo, 500 ciudadanos que preparaban las sesiones de la Asamblea; los tribunales de justicia, constituidos por 6000 jueces, y los 10 estrategos, encargados de aplicar las leyes y dirigir los ejércitos.
     Los estrategos eran elegidos por la Asamblea. Pero los miembros del Consejo o los jueces se decidían por sorteo.
     Ahora bien, había algunos ciudadanos: agricultores y artesanos, que no podían dedicarse a estos cargos, pues tendrían que abandonar su hacienda y su medio de vida . Para solucionar esta injusticia se crearon “las dietas”, una especie de subvención equivalente al salario medio de un artesano.
     El servicio militar por tierra era obligatorio sólo para los ciudadanos ricos y de clase alta. Se consideraba que quienes mayores beneficios obtienen del sistema son los que con más justicia han de defenderlo en caso de guerra. Los ciudadanos más pobres estaban exentos de esta obligación. Había sin embargo un servicio militar voluntario en la flota ateniense que sí estaba remunerado. Actuaba como un enorme subsidio de desempleo entre los ciudadanos más pobres y desasistidos.
     Todos estos factores: la Asamblea, el sorteo de cargos, la introducción de dietas, la posibilidad de alistarse a la flota y cobrar, hicieron que el pueblo ateniense fuera activo políticamente. La política se realizaba deportivamente y no había tantos conflictos sociales como en otras polis griegas. Los ciudadanos estaban conformes y orgullosos de su sistema y lo implantaban, siempre que podían, en las ciudades estados en las que ejercían influencia.
Sin embargo había otros aspectos de la democracia ateniense que entran en conflicto con los ideales democráticos modernos:
     La intensa vida política de la que disfrutaban los ciudadanos atenienses, aproximadamente un 20% de la población, era posible gracias a la explotación de la inmensa mayoría de los habitantes de Atenas que no eran ciudadanos, un 80% de la población: esclavos, mujeres y metecos.
     Las mujeres se ocupaban de las tareas domésticas y de criar a los niños. Cuidaban, alimentaban y vestían a toda la población. La mayoría de sus tareas las realizaban en un cuarto especial de la casa: el gineceo. No tenían mucha vida social. Mientras los niños recibían una cuidada educación desde los siete años, las niñas permanecían en el gineceo materno hasta el día de su boda que pasaban al gineceo de la casa del marido.
     Otro grupo discriminado era el de los esclavos. Eran esclavos los prisioneros de guerra, niños abandonados, hijos de esclavos y presos importados de otras regiones. La mayoría se ocupaba, con las mujeres, de los servicios domésticos en la casa de ciudadanos ricos o de clase media. Otros trabajaban en la agricultura, en talleres, en minas o en molinos.
     El tercer grupo discriminado era el de los metecos, hombres libres, extranjeros, que no eran ciudadanos atenienses. En su conjunto estaban muy considerados por los ciudadanos y en gran medida fueron los protagonistas del surgir de la cultura ateniense. En su mayoría procedían de otros pueblos griegos atraídos por el esplendor económico y cultural de Atenas y eran comerciantes, viajantes, intelectuales, artistas y profesores. Los ciudadanos respetaban y admiraban a los metecos y a menudo les confiaban la administración de sus negocios y la educación de sus hijos. El Estado ateniense nunca les reconoció derechos políticos.

1 comentario:

David dijo...

En Atenas sólo podía votar el 10% de la población. No podían votar ni las mujeres, ni los extranjeros ni los esclavos.

Saludos.